Venezuela | 20 de noviembre de 2018
En la Habana, Cuba, y a sus 81 años, falleció Alí Rodríguez Araque, luchador social, parlamentario, político, abogado y diplomático venezolano, así como Secretario General de la la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) y de Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) . Enfermo y tras dos semanas de agonía, falleció sin poder terminar de releer los clásico griegos, una deuda que mantenía consigo mismo.
Antiguo líder guerrillero comunista, había ocupado diversos cargos en el gobierno del Presidente Hugo Chávez, a quien respaldó desde la primera hora. Fue ministro de Energía y Minas y luego de Economía y Finanzas y de Energía Eléctrica, canciller, secretario general de la OPEP, presidente de la empresa nacional petrolera PDVSA y, últimamente embajador de Venezuela en Cuba.
"Extiendo mis palabras de aliento para toda su famila. Su experiencia y honestidad fueron una escuela para todos nosotros", dijo el actual presidente venezolano Nicolás Maduro.
Alí Rodríguez nació en Ejido, en el andino Estado Mérida, el 9 de septiembre de 1937. Titulado de abogado, fue egresado de la Universidad Central de Venezuela en 1961. Realizó estudios de Economía, especializándose en materia petrolera y ha escrito varias obras sobre el sector energético. Durante la época de guerrilla en Venezuela, adoptó el seudónimo “Comandante Fausto”, liderando frentes guerrilleros destacando como experto en explosivos.
Durante los años 1960 y 70 fue un activo líder guerrillero de los grupos armados de las FALN que luchaban contra los gobiernos del llamado Pacto de Puntofijo que conformaba la alternancia exclusiva del bipartidismo de Acción Democrática y Copei. Ingresó en 1966 en el partido de la Revolución Venezolana (PRV) de tendencia marxista, pero en agosto de 1979, y luego de una profunda crisis estructural interna, abandona sus filas y con el grueso de militantes crea Tendencia Revolucionaria, grupo semilegal que inicialmente mantuvo una posición guerrerista pro lucha armada..
En 1983, Rodríguez decidió dejar las armas, 12 años después que el presidente democristiano Rafael Caldera decretara una amnistía y pacificación. Rodríguez siguió la política pacífica parlamentaria en la Causa R, hasta 1997, cuando junto a Pablo Medina y los causaerristas que apoyaron en Caracazo de 1989, fundó Patria para Todos, uno de los grupos que apoyó desde el principio a Chávez.
Alí Rodríguez adquirió una reputación como negociador y buscador del consenso, aunque él era un opositor firme de la privatización en el sector petrolero durante los años 1990 (los paquetes petroleros de los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Caldera.
Su excompañero de lucha y hoy constituyente, Julio Escalona, en su despedida, marcaba “ los muchos Alí que eres: hijo, padre, esposo, marido, amante, estudiante, ministro, petrolero, político, campesino, escritor, bailador al estilo de Cantinflas, amigo, hermano, maestro de la escuela de Simón Rodríguez, pleno de juramentos, Cuenta cuentos de tus sierras andinas, dedicados a los jóvenes que siempre has sabido seguir convocando.”.
“Conspirador desafiador de los fantasmas del camino con ojos de mañanas que descubren los soles que vienen cargados de revoluciones, soles que nunca se van, se quedan para estarse transformando siempre, no para vencer la noche, la noche hermosa de los sueños insepultos, que siempre renacen en la primavera eterna de las revoluciones que hacen los pueblos, las de verdad, las que saben reír, cantar gritar y también llorar con el llanto de los siglos sepulcrales de las derrotas, que no han hecho más que anunciar las victorias que regresarán como los pueblos, cantando y más cantando”, añadía.
Fue ante todo un revolucionario, guerrillero de los anhelos, subvertidor de la rutina, del cansancio de los que pierden la fe, de los traidores que se venden por menos de un plato de lentejas. Veinte años atrás, dos días antes del triunfo de Chávez en las elecciones del 6 de diciembre de 1998, señalaba su voluntad de organizar el partido, el movimiento necesario para respaldar la gestión de quien sería presidente. Pero su experiencia en materia petrolera lo condenó a trabajar en ese sector del gobierno, postergando la formación de cuadros que él creía imprescindible.
Fue, junto a Bernard Mommer, personaje clave para lo que fue la política petrolera desplegada por el presidente Hugo Chávez, una de las marcas genéticas de lo que se puede llamar “el legado” del “chavismo”. Fue una de las motivaciones para que los EEUU y sus gobernantes vinculados con el complejo militar-energético/financiero le declarara la guerra a muerte a la Revolución Bolivariana. La política petrolera fue una de las armas más subversivas de la revolución pacífica de Chávez.
Pero Chávez no partió de cero, sino que se nutrió de un acervo que había sido cultivado desde la época del partido PRV-Ruptura, que señalaba el paralelismo de dos movimientos subversivos: uno dentro de las fuerzas armadas y otro dentro de la industria petrolera nacional, donde los ejecutivos venezolanos que compartían los puntos de vista de las compañías petroleras trasnacionales, se embarcaron en su estrategia de internacionalización, con un mecanismo para trasladar ganancias fuera del alcance del gobierno por medio de precios de transferencia (precios cargados en las ventas de sus propias filiales en el exterior).
En la segunda mitad de 1990, Pdvsa traspasó por medio de precios de transferencia unos 500 millones de dólares en ganancias desde sus cuentas domésticas a sus filiales extranjeras, que nunca pagaron dividendos a la matriz caraqueña. Pdvsa se transformó en un estado dentro del Estado, más poderosa a medida que el país se iba empobreciendo. En diciembre de 2001, a instancias de Alí Rodríguez, el gobierno de Chávez les constriñó a pagar dividendos por primera vez.
Hacia comienzos de este siglo y milenio, Pdvsa se había convertido en un Estado dentro del Estado, haciéndose más poderosa a su burocracia a medida que el país se iba empobreciendo y recién con el gobirno de Chávez la tendencia se fue revirtiendo con esfuerzos para esfuerzos para recuperar el control sobre su recurso energético, pero el gobierno fracasó en su intento de atraer al tren ejecutivo de la estatal petrolera.
Y los sucesos que vivió Venezuela en 2002 confirmaron la situación. El fracasado golpe de Estado dejó en claro que el destino final de la política petrolera no estaba definido. Alí Rodríguez, entonces secretario general de la Opep, aceptó asumir la presidencia de Pdvsa, para formalizar una reforma sistemática del sector petrolero, definiendo los roles para el sector privado nacional y foráneo.
En la nueva Constitución de 1999, Pdvsa no podía ser privatizada, pero estas restricciones no se aplicaban a sus filiales productoras, permitiéndole convertirse en una agencia liberal de licitaciones al servicio de la industria privatizada. Lo que se necesitaba era un control fiscal más severo y transparente.
En coordinación con Chávez, los trabajadores, comunidades y la fuerza armada, Alí dirigió la industria petrolera durante el paro-sabotaje petrolero, así como la recuperación de la producción hasta la completa normalización de las actividades de exploración, producción, refinación y comercialización.
Antes de que se me olvide
La periodista y escritora cubana Rosa Emilia Elizalde, quien escribió sus memorias (Antes de que se me olvide) lo definió como "un hombre del Renacimiento" y valoró el testimonio como "una especie de salvavidas para entender los procesos que conmocionan a América Latina".
En una presentación del libro explicó que los ataques contra el gobierno bolivariano comenzaron cuando Chávez ganó las elecciones ampliamente. "Chávez venía de los sectores más humildes, fue un líder que unificó la voluntad nacional en grandes objetivos y promovió los mecanismos de integración en América Latina y el Caribe".
"En el mundo se escenifica un conflicto entre los dueños de la tierra y los dueños del capital, esa es la raíz del conflicto en Venezuela, el mayor reservorio de petróleo del mundo. Sin embargo, somos una gran nación fragmentada y nos ha faltado visión. Eso ha venido pasando en nuestro continente también. Cuando seamos una nación para sí —dijo aludiendo al concepto hegeliano— cambiará la suerte y podremos decir que reina la paz y la democracia en nuestros pueblos", sentenció.
En Unasur
Como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Alí Rodríguez señalaba que la mayor fortaleza de la región era constituir el más grande reservorio de recursos naturales del mundo, ai participar en 2013 en la reunión del Consejo de Defensa Suramericano, en Lima, Perú.
"Con una estrategia común y con los mínimos puntos de coincidencia no importan políticas, esquemas contractuales, es perfectamente posible encontrar un cauce común, que de ocurrir, va a servir como un vastísimo impulso para dar nuevos alcances a lo que hasta ahora ha sido la exitosa Unasur", manifestó, tras indicar que Unasur era un paso de dimensiones históricas, en el cual el liderazgo suramericano suscribió un tratado basado en dos principios que son identidad y ciudadanía.
"Vivimos en el mismo territorio, tenemos la misma cultura, creencias y podemos entendernos en el mismo lenguaje, incluso con Brasil, que son aspectos que se llevan con rapidez el proceso. Todo eso conforma una nación, separada, pero al fin y al cabo una nación", reflexionó.
Hasta siempre, Alí, Fausto, revolucionario, pensador, amigo. Se nos fue un imprescindible.
Su vida profesional y política
Publicaciones:
*Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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